A principios de esta semana, la secretaria de Transporte, Heidi Alexander, declaró con rotundidad que el sueño de vender billetes de tren directo de Londres a Berlín impulsará nuestras relaciones con Alemania. «Están trabajando con Alemania para crear conexiones entre nuestros pueblos y sentar las bases de un futuro más sostenible e interconectado, destacando las esperanzas en el intercambio turístico, empresarial y cultural».
La idea es ciertamente loable: ofrecer una alternativa más rápida y ecológica a los miles de vuelos que operan entre ambas capitales a diario. Sin embargo, si bien la propuesta es un paso visionario para promover los viajes en tren frente al avión, los expertos plantean serias dudas sobre su viabilidad. Mark Smith, conocido como el “Hombre del Asiento 61” y fundador del reconocido sitio web de viajes dedicado al ferrocarril internacional, ha expresado su escepticismo sobre el plan. Tras años de experiencia en el sector ferroviario, Smith se ha convertido en uno de los defensores más influyentes de los viajes en tren de larga distancia. Su sitio web es un recurso de referencia para los entusiastas del ferrocarril, que ofrece consejos sobre cómo navegar por las complejidades de los viajes en tren por todo el mundo. A pesar de su pasión por la causa, Smith duda que un tren directo Londres-Berlín llegue a concretarse.
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Como parte de su anuncio, la secretaria de transporte reveló que un nuevo grupo de trabajo trabajará para acercar al Reino Unido y Alemania, lo que incluiría explorar la logística de una conexión ferroviaria directa. Sin embargo, Smith, quien ha dedicado más de dos décadas a promover los viajes en tren, advierte que los obstáculos para hacer realidad este plan son numerosos. “No creo que veamos un tren directo Londres-Berlín”, declaró Smith con franqueza. Si bien coincide en que, sin duda, existe una demanda para este servicio, cree que la viabilidad financiera de un proyecto de estas características simplemente no cuadra.
Un viaje en tren con grandes expectativas y altos costos
A primera vista, la idea de un tren directo entre Londres y Berlín parece atractiva, sobre todo dado el creciente énfasis en la reducción de la huella de carbono de los viajes. Miles de personas ya vuelan entre ambas ciudades a diario, con 17 vuelos en cada sentido, que suman unos 5400 pasajeros diarios. Este elevado volumen de viajes aéreos indica una demanda que podría convertir el tren en una opción viable, especialmente si la duración del trayecto es competitiva.
La idea de un viaje en tren de nueve horas de Londres a Berlín, vía Bruselas y Colonia, tiene el potencial de disuadir a los viajeros de viajar en avión. Con una duración de viaje solo una hora mayor que la de la ruta París-Berlín, conocida por su alta demanda, parece razonable suponer que podría darse una tendencia similar entre Londres y Berlín. Sin embargo, el problema no es la demanda, sino la rentabilidad del proyecto.
La ruta ferroviaria París-Berlín, por ejemplo, realiza varias paradas en ciudades como Estrasburgo, Karlsruhe y Fráncfort, lo que permite transportar pasajeros desde estas ciudades intermedias, además de quienes recorren la distancia completa. Sin embargo, las normas de seguridad e inmigración en las fronteras entre el Reino Unido y la UE representan un gran desafío. A diferencia del tren francés, que no se somete a estos controles de seguridad, el Reino Unido requeriría un proceso completo de control fronterizo y de inmigración en Berlín. Esto incrementaría significativamente tanto el coste como la complejidad de operar un servicio directo.
Las preocupaciones de Smith sobre los costos no terminan ahí. Calcula que operar un tren entre Londres y Berlín costaría el doble que uno entre Londres y Colonia o Fráncfort. Los costos de personal, acceso a las vías y material rodante generarían una carga financiera difícil de justificar. Incluso entre los viajeros de negocios, Smith sugiere que la proporción de pasajeros con gastos elevados sería prácticamente nula en comparación con otras rutas, lo que haría el proyecto aún menos atractivo desde una perspectiva financiera.
Competencia de los viajes aéreos y las tarifas de bajo coste
Un problema importante para la conexión ferroviaria directa Londres-Berlín es la competencia de las aerolíneas de bajo coste. Como explica Smith, Ryanair vuela de Londres a Berlín por 25 libras, mientras que el tren equivalente, con múltiples transbordos, cuesta más de 350 libras. Esta enorme diferencia de precio hace que sea totalmente antieconómico para los servicios ferroviarios competir con el transporte aéreo, independientemente de los beneficios ambientales que pueda aportar el tren.
De cara a la vuelta al trabajo el 1 de septiembre, la tarifa ultrabarata de Ryanair de 25 libras para un vuelo de 1 hora y 45 minutos de Stansted a Berlín supone un reto importante para cualquier ruta ferroviaria propuesta. Es difícil imaginar cómo las tarifas ferroviarias podrían llegar a ser competitivas con la capacidad de la industria aérea para ofrecer precios tan bajos, sobre todo teniendo en cuenta los elevados costes operativos de los trenes.
A pesar de estas preocupaciones, aún hay esperanza para el futuro de los viajes internacionales en tren. Eurostar, por ejemplo, aspira a empezar a operar trenes entre Londres y ciudades alemanas como Colonia y Fráncfort a principios de la década de 2030. Sin embargo, incluso entonces, pasará mucho tiempo antes de que un servicio ferroviario directo entre Londres y Berlín se convierta en una realidad viable.
Mirando hacia el futuro: ¿Veremos algún día un tren Londres-Berlín?
Si bien la visión del gobierno de un tren directo Londres-Berlín es loable y se alinea con objetivos ambientales más amplios, las realidades financieras de operar dicho servicio parecen insalvables en este momento. El dominio de la industria aeronáutica, sumado a los altos costos de los viajes internacionales en tren y la complejidad de los controles fronterizos entre el Reino Unido y la UE, hacen improbable que dicho servicio se materialice en un futuro próximo.
Por el momento, parece que el servicio ferroviario directo de Londres a Berlín seguirá siendo un sueño. Si esta narrativa cambia en los próximos años, dependerá de las tendencias macroeconómicas más amplias, en línea con los cambios en las políticas de transporte, las mejoras en la tecnología ferroviaria y la disposición de los gobiernos y operadores a invertir en soluciones a largo plazo. Por ahora, los viajeros entre Londres y Berlín tendrán que conformarse con la opción más económica, rápida y cómoda: volar.