Cuando hablamos de tendencias turísticas, solemos centrarnos en aerolíneas, precios y algoritmos. Pero ¿qué pasaría si el principal impulsor de los viajes a un destino no fuera una campaña publicitaria ni una superoferta de temporada, sino su gente representada por un artista?
Eso es precisamente lo que está sucediendo en Puerto Rico.
La residencia de Bad Bunny, “No me quiero ir de aquí”, en San Juan, no solo está batiendo récords de ventas y asistencia, sino que se ha convertido en uno de los catalizadores económicos y culturales más poderosos que la isla ha experimentado en los últimos años. Su impacto no es anecdótico: según un análisis de Moody’s Analytics citado por Bloomberg, Puerto Rico está desafiando la desaceleración turística que experimentan muchos mercados en Estados Unidos. Si bien la ocupación hotelera en varias ciudades estadounidenses ha disminuido, en Puerto Rico ha aumentado. Y no es casualidad.
Mientras que el Consejo Mundial de Viajes y Turismo proyecta una pérdida de $12.5 mil millones en gastos de viajes internacionales este año en Estados Unidos, Puerto Rico va en la dirección opuesta.
Según Discover Puerto Rico, la isla registró un aumento del 25% en la ocupación hotelera en el primer trimestre de 2025 y un crecimiento del 11% en los ingresos por alojamiento, en comparación con el mismo período del año anterior. En un momento en que la economía turística mundial muestra signos de desaceleración, Puerto Rico se destaca como un ejemplo de cómo la cultura puede convertirse en un verdadero motor económico.
La experiencia vale la pena.
La economía puertorriqueña, históricamente ligada a los vaivenes de la economía estadounidense, rara vez crece por sí sola. Pero esta vez, hay un factor cultural que está inclinando la balanza: la identidad.
El nuevo álbum de Bad Bunny, además de ser un fenómeno musical, es una declaración de principios: una carta de amor a su tierra natal. Desde la letra hasta la promoción visual, el artista ha dejado claro que viajar a la isla es más que turismo: es una experiencia, es orgullo, es conexión.
Quienes trabajamos en la industria de viajes y contenido digital debemos reflexionar. Durante años, la ecuación parecía simple: buscar la tarifa más barata, incluso si el viaje era mediocre. Pero el consumidor ha evolucionado. Hoy, más que nunca, quiere ahorrar, sí, pero sin sacrificar lo que realmente importa: la experiencia.
Viajar debe ser transformador, no transaccional. Los viajeros quieren conocer un país, no solo visitarlo. Quieren saborear su gastronomía, comprender su historia y recorrer sus calles con música local de fondo. Bad Bunny ha creado eso orgánicamente con su música y su plataforma. Ha convertido a Puerto Rico en un deseo emocional, no solo en un destino geográfico.
En un momento en que tantos mercados turísticos se enfrentan al declive, Puerto Rico nos está enseñando una poderosa lección: la cultura impulsa la economía. La autenticidad no solo es buena para el alma; también lo es para hoteles, restaurantes y aerolíneas.
El futuro del turismo no se mide solo en la ocupación hotelera o el número de vuelos. También se mide en las canciones, en la identidad, en cómo nos hace sentir un lugar. Por eso, cuando escuchamos hablar de Bad Bunny, recordemos que su impacto va mucho más allá del reguetón: está redefiniendo cómo y por qué viajamos.
Wil “Wil” Santiago Burgos es el fundador de Mochileando.com, una de las plataformas de viajes más grandes de Puerto Rico y del mercado latinoamericano en Estados Unidos.