Mientras el mundo aún lidia con la amenaza de una guerra nuclear, un nuevo estudio ha dado nuevas señales de alarma. El estudio indicó que incluso una guerra nuclear de pequeña magnitud podría representar una amenaza peligrosa para la humanidad. Podría provocar la interrupción de las cadenas de suministro globales y la pérdida de cosechas, lo que provocaría hambrunas en muchas partes del mundo.
Un estudio dirigido por investigadores de la Universidad Estatal de Pensilvania, publicado en la revista Environmental Research Letters, enfatizó que independientemente de que una guerra nuclear sea regional o global, sus impactos serían lo suficientemente significativos como para sumir al planeta en la oscuridad y crear una hambruna catastrófica.
Según un informe de Firstpost, este estudio es especialmente importante en un momento de creciente inestabilidad geopolítica y de creciente relevancia de las armas nucleares en la geopolítica global. El estudio proporciona un modelo detallado de cómo una guerra nuclear podría afectar a la agricultura mundial. El estudio explora cómo la expulsión de hollín de una guerra nuclear bloquearía la luz solar en la Tierra, alterando diversos sistemas climáticos, lo que a su vez tendría efectos desastrosos para la producción alimentaria mundial.
Este estudio se basa en la suposición de que las tormentas de fuego nucleares, en particular las iniciadas en ciudades y zonas industriales en llamas, inyectarían enormes concentraciones de hollín en la atmósfera. Este hollín se extendería por la atmósfera globalmente. Por lo tanto, constituiría una importante capa de bloqueo (esencialmente una neblina oscura) en los límites superiores de la troposfera, impidiendo que la luz solar penetre en la superficie terrestre. Esta capa de bloqueo podría persistir durante varios años. Esto provocaría un descenso de las temperaturas, cambios en los patrones climáticos y la posible eliminación de la seguridad alimentaria en gran parte del mundo.
En caso de un gran conflicto nuclear, como el que se produjo entre Rusia y Estados Unidos, la cantidad de luz que llega a la superficie terrestre podría disminuir tan drásticamente que la producción mundial de maíz se reduciría hasta en un 80 %, según Firstpost. Un colapso tan colosal de la producción agrícola destruiría la seguridad alimentaria de gran parte del planeta, provocando hambruna e inestabilidad a nivel mundial.
Para evaluar los posibles impactos, el equipo utilizó un modelo agroecosistémico llamado Cycles, una sofisticada simulación agrícola desarrollada en la Universidad Estatal de Pensilvania. Este modelo integra la meteorología diaria específica del clima, la composición química del suelo, el crecimiento de los cultivos y el movimiento de nitrógeno y carbono para predecir cómo reaccionarían los cultivos a diferentes combinaciones de clima y prácticas agrícolas.
Para este estudio, el modelo fue calibrado específicamente para el invierno nuclear, con menor exposición a la luz solar, menor temperatura global y mayor exposición a la dañina radiación UV-B debido al agotamiento de la capa de ozono.
¿Cuándo empezará a recuperarse la agricultura, si es que llega a hacerlo?
Utilizando el maíz (Zea maize L.) como cultivo centinela, observamos que la producción anual de maíz podría disminuir del 7 % tras una guerra nuclear regional a pequeña escala con una inyección de hollín de 5 Tg al 80 % tras una guerra nuclear global con una inyección de hollín de 150 Tg, con una recuperación que tardaría entre 7 y 12 años. El daño causado por la radiación UV-B alcanzaría su punto máximo entre 6 y 8 años después de la guerra y podría reducir aún más la producción anual de maíz en un 7 %. Durante el período de recuperación, la selección adaptativa de los tipos de madurez del maíz para adaptarse a los cambios de temperatura podría aumentar la producción en un 10 % en comparación con una estrategia sin adaptación, según la declaración en el resumen del estudio.
Los investigadores aplicaron el modelo para seguir los efectos durante diez años, específicamente para observar cómo el maíz, uno de los cultivos alimentarios básicos más importantes del mundo, respondería a las condiciones extremas y estresantes.
Los investigadores analizaron seis escenarios hipotéticos de guerra nuclear, y uno de los hallazgos más aterradores fue que la recuperación de los sistemas alimentarios globales podría tardar más de una década después del conflicto. En esencia, una vez que se produce una guerra nuclear, sus consecuencias perdurarán durante décadas. La conclusión inequívoca del estudio es que una guerra nuclear implicaría mucho más que un desastre militar o político. Provocaría un colapso ecológico y humanitario. Una guerra nuclear de cualquier magnitud provocaría una hambruna en todo el mundo, con consecuencias que podrían afectar negativamente el futuro de la humanidad durante siglos.
Los investigadores analizaron seis posibles escenarios de guerra nuclear, correspondientes a la cantidad de hollín inyectado a la atmósfera. Las inyecciones de hollín variaron desde 5 teragramos (Tg), que representan un conflicto regional entre India y Pakistán, hasta una guerra nuclear a gran escala entre Estados Unidos y Rusia, con inyecciones de hollín de 150-165 Tg.
¿Qué pasa con los cultivos si la luz solar desaparece?
Las diferencias son marcadas: el escenario de guerra global inyectaría entre 30 y 33 veces más hollín que el regional, con un enfriamiento global mucho peor, reducciones extremas de la luz solar y pérdidas generalizadas de cultivos de proporciones históricas.
¿Qué es el invierno nuclear y por qué es peligroso?
Probablemente el aspecto más sorprendente sea la duración de los efectos del invierno nuclear. También es importante señalar que no se trata de un incidente normal ni de un desastre natural transitorio del que la agricultura pueda recuperarse rápidamente. La recuperación tras una guerra nuclear tardará casi una década o más en volver a condiciones agrícolas productivas.
La destrucción ocurre desde los primeros años y después, y de hecho todavía hay daños considerables y persistentes a los 12 años. Por lo tanto, los sistemas alimentarios no tendrían tiempo de estabilizarse o recuperarse durante este “ataque prolongado de destrucción”.
“Este estudio muestra que las estrategias de adaptación, como la adaptación dinámica de los tipos de madurez del maíz, pueden mejorar la producción de alimentos en un 10% durante un período de recuperación de 13 años, en comparación con los enfoques estáticos en un escenario de guerra nuclear global”, se lee en la declaración en la sección de conclusiones del estudio.