Fragmentos de cielo» se enfrentan al rechazo escolar en Marruecos

Cada año, aproximadamente 600 recién nacidos marroquíes llegan al mundo con esta afección cromosómica, sumándose a los aproximadamente 60.000 marroquíes que ya viven con lo que los profesionales médicos denominan síndrome de Down. Detrás de estas cifras se esconden sueños rotos, padres exhaustos e hijos desesperados por el derecho más básico: la educación.

La trisomía 21 ocurre cuando un niño nace con tres copias del cromosoma 21 en lugar de dos, lo que provoca retrasos en el desarrollo y características físicas distintivas.

La condición no es hereditaria, sino que se manifiesta como un accidente cromosómico durante el embarazo. Si bien estos niños poseen un afecto extraordinario y una inteligencia única, su principal obstáculo a menudo no es su condición , sino la respuesta de la sociedad a ella.

Según los expertos médicos, la trisomía 21 representa la enfermedad genética más común y afecta aproximadamente a uno de cada mil nacimientos en Marruecos.

Al nacer, aproximadamente el 40% de estos niños tienen anomalías cardíacas detectables que requieren intervención inmediata de especialistas en cuidados intensivos neonatales, cardiólogos y cirujanos cardíacos para garantizar la supervivencia durante las primeras etapas de la vida.

La condición fue descrita por primera vez en 1862 por el médico británico John Langdon Down, quien inicialmente la llamó “mongolismo” o “idiotez mongol” y la caracterizó como una forma de discapacidad mental.

Hoy en día, la comprensión médica ha evolucionado significativamente y los especialistas reconocen que estos niños tienen trastornos cognitivos específicos que pueden abordarse mediante terapia.

Educación: Un derecho constitucional negado

La Constitución de Marruecos de 2011 establece explícitamente : “La educación básica es un derecho de los niños y una obligación de las familias y del Estado”. Sin embargo, para los niños con trisomía 21, esta garantía constitucional sigue siendo hueca.

Como suele ocurrir en este país norteafricano, la cuestión no reside en la disponibilidad de leyes y textos judiciales, sino en su aplicación. La Ley Marco 51.17 sobre el sistema de educación, formación e investigación científica en Marruecos, junto con un nuevo decreto gubernamental (n.º 2.21.81) basado en el artículo 13 de esta ley marco, exige que los centros educativos privados destinen el 15 % de su capacidad a estudiantes de familias desfavorecidas, personas con discapacidad y personas en situaciones sociales especiales.

Esta situación nos lleva a una pregunta candente: ¿Por qué el Ministerio de Educación Nacional no establece una cuota de admisión para niños con necesidades especiales en escuelas privadas para asegurar su integración y apoyo?

Las escuelas de todo el país , en particular las de mayor reputación , cierran sistemáticamente las puertas en las caras de estos niños, tratándolos como si fueran “extraterrestres” o “monstruos” que perturbarían el funcionamiento normal del aula.

La dura realidad que enfrentan estas familias se hace más dura cuando comienzan su búsqueda de oportunidades educativas. Las escuelas admiten abiertamente que prefieren a los niños con dislexia o autismo “porque pueden seguir cursos regulares”, dejando a los niños con trisomía 21 sin un lugar adonde ir.