En la naturaleza: cinco rivalidades animales reales impulsadas por la supervivencia

Desde la distancia, la naturaleza parece tranquila. Los árboles se mecen, los pájaros cantan y los animales se mueven silenciosamente por el terreno. Pero si dedicas suficiente tiempo a observar, la historia cambia. Es un mundo de competencia, a veces sutil, a veces ruidosa.

Los animales no pelean por enojo. Pelean porque necesitan algo. Comida, un camino seguro o quizás un lugar para beber agua. Y cuando dos especies quieren lo mismo, alguna acaba cediendo.

A continuación se presentan algunas rivalidades salvajes que muestran lo complicado que puede ser compartir el espacio en la naturaleza.

Leones y hienas
No se llevan bien, eso está claro. En la sabana africana, suelen coincidir en los mismos lugares al mismo tiempo, cazando o buscando comida. Los leones son más pesados y fuertes. ¿Pero las hienas? No se asustan fácilmente. Aparecen en grupos, prueban la suerte y, a veces, incluso ganan. Las peleas pueden ser brutales, pero nunca son personales. Solo una pelea por quién come.

Chimpancés y bonobos
No los verás compitiendo en el mismo bosque, pero su comparación es fascinante. Los chimpancés viven en grupos tensos, liderados por machos, donde las luchas de poder son constantes. Los bonobos son lo opuesto: más pacíficos, más sociables y liderados por hembras.
Mismo ADN, diferentes decisiones. La evolución los llevó por dos caminos muy distintos.

Lobos y coyotes
En Norteamérica, estos dos no siempre se llevan bien. Cuando sus áreas de distribución se superponen, los lobos tienden a dominar. Son más grandes y se mantienen unidos. Los coyotes son más pequeños, pero flexibles: pueden vivir solos, en parejas o en pequeñas manadas. Cambian su área de distribución o sus hábitos para evitar problemas. No siempre es una lucha, sino más bien una guerra fría.

Elefantes y rinocerontes
Nadie espera que estos dos choquen, pero sucede, sobre todo cuando escasea el agua. Los elefantes suelen llegar en masa y tomar el control. Los rinocerontes, más solitarios, pueden ponerse a la defensiva rápidamente. Estos enfrentamientos no son cotidianos, pero a medida que los espacios silvestres se reducen, ocurren con más frecuencia que antes.

Dragones de Komodo y cocodrilos de agua salada
Dos depredadores de la cima, en un remoto rincón del sudeste asiático. No se cruzan a menudo, pero cuando lo hacen, se debaten entre la paciencia y la fuerza. Los komodos muerden y esperan; su veneno es el responsable. Los cocodrilos atacan una vez, con fuerza y rapidez. Es raro, pero cuando ocurre, ninguno se rinde fácilmente.