Sami Zayn merece ser el centro de atención como el verdadero personaje principal de la WWE.

Sami Zayn lo está haciendo todo bien y, de alguna manera, todavía se siente como un personaje secundario en la historia de alguien más. Eso ya no debería ser así. No es un personaje de relleno. No es un alivio cómico. Es el tipo por el que los fans se mueren, porque se ven reflejados en él.

Cuando se enfrentó con fuerza a Karrion Kross en Night of Champions, no se trataba solo de una victoria. Fue un recordatorio. Zayn tiene agallas, ritmo y una conexión con la que la mayoría de las superestrellas sueñan. El público no solo vitoreaba, sino que estaba comprometido. Eso no es pura publicidad. Es la energía de un protagonista.

La historia ya está escrita
La WWE sabe cómo contar la historia de un desvalido. Y Zayn lleva años viviendo una. No toma atajos. No se queja. Lucha. Cuando Paul Heyman intentó convencerlo de ir a SmackDown prometiéndole un camino más fácil, se negó. No por terco, sino porque es auténtico. Y al final, la autenticidad siempre triunfa.

Incluso cuando el guión decía que Kross lo emboscaría con un tubo de acero, los fans no protestaron. Se inclinaron. Porque si hay alguien que hace que valga la pena ver el dolor, ese es Zayn. Ese momento no fue solo para generar compasión. Fue una señal: ahí viene la escalada.

Sami Zayn ya demostró que puede liderar momentos clave. ¿Su rivalidad con Roman Reigns? Eléctrica. ¿La victoria por el título en parejas de WrestleMania contra Kevin Owens? Emotiva. Y ahora, con el panorama del título mundial cambiando de nuevo, es el momento de impulsarlo hacia adelante, no hacia atrás.

La WWE tiene sus grandes nombres: Roman, Cody, Seth. Pero esos nombres tienen arcos argumentales que parecen estar completos o enfriarse. El arco argumental de Zayn está más encendido que nunca. Nunca ha necesitado fuegos artificiales para vender una lucha; solo un micrófono y un latido.