En medio del furor por Epstein, Trump lucha por sacudirse una controversia que sus aliados una vez avivaron

A pesar del sol que caía sobre él y el sudor que le perlaba la cara, el presidente Donald Trump aún se encontraba entre los periodistas que formaban fila frente a la Casa Blanca el viernes. Salía de viaje a Escocia, donde visitaría sus campos de golf , y quería hablar sobre cómo su administración acababa de terminar “los mejores seis meses de su historia”.

Pero una y otra vez, los periodistas siguieron preguntándole a Trump sobre el caso de Jeffrey Epstein y si indultaría a la cómplice encarcelada del financiero caído en desgracia, Ghislaine Maxwell .

“La gente debería centrarse en el progreso del país”, insistió Trump. Respondió a otra pregunta diciendo: “No quiero hablar de eso”.

Fue otro ejemplo de cómo la saga de Epstein —y el enfoque inconexo de su administración al respecto— ha ensombrecido a Trump cuando se encuentra en la cúspide de su influencia. Ha promulgado una vasta agenda legislativa, alcanzado acuerdos comerciales con países clave y reforzado su control sobre el gobierno federal. Sin embargo, ha luchado por sofocar las brasas de una crisis política que podría convertirse en una conflagración total.

Trump enfrenta presión de sus propios partidarios
Los partidarios del presidente republicano quieren que el gobierno publique archivos secretos sobre Epstein, quien, según las autoridades, se suicidó en su celda de una cárcel de Nueva York hace seis años mientras esperaba su juicio por tráfico sexual. Creen que es el nexo de una oscura red de personas poderosas que abusaron de menores. Funcionarios del gobierno que antes alimentaban teorías conspirativas ahora insisten en que no hay nada más que revelar, una postura que ha generado escepticismo debido a la antigua amistad de Trump con Epstein.

Trump ha negado repetidamente tener conocimiento previo de los crímenes de Epstein y ha afirmado que rompió su relación hace mucho tiempo. Para un presidente hábil en la manipulación de los medios y el control del Partido Republicano, esta ha sido la prueba más difícil de su capacidad para cambiar el rumbo de la conversación en su segundo mandato.

Aterrizar en Escocia no le ofreció ningún refugio a Trump. Se enfrentó a otra ronda de preguntas tras descender del Air Force One. “Estás armando un alboroto por algo insignificante”, le dijo a un periodista. A otro le dijo: “Estoy concentrado en cerrar acuerdos, no en las teorías conspirativas que tú tienes”.