Cuando Christopher Kennedy fue a hacerse una radiografía antes de una cirugía de rutina, pensó que entraría y saldría. Entonces, un técnico detectó cicatrices en sus pulmones.
Kennedy, que entonces tenía 68 años, nunca había notado ninguna señal de alerta. Era un técnico retirado de la Fuerza Aérea que hacía ejercicio con regularidad y dedicaba su tiempo a la jardinería de su jardín y a entrenar perros de montaña de Berna para que fueran animales de terapia en hospitales.
Tras varias pruebas, un neumólogo le dio un diagnóstico alarmante: fibrosis pulmonar idiopática o FPI. Se trata de una enfermedad pulmonar sin causa conocida en la que el tejido cicatricial crece en los pulmones e impide que el oxígeno llegue al torrente sanguíneo, según el Dr. Panagis Galiatsatos, portavoz médico de la Asociación Americana del Pulmón y neumólogo de Johns Hopkins, quien no participó en la atención de Kennedy. La afección es progresiva y tiene una alta tasa de mortalidad, afirmó Galiatsatos.
Al principio, Kennedy pensó que podía “vencer” la enfermedad. Pero a medida que su función pulmonar se deterioraba, se dio cuenta de que era una tontería. Los medicamentos para frenar la fibrosis progresiva no funcionaban, y empezaba a necesitar oxígeno en su vida diaria. Incluso caminar a la cocina lo dejaba sin aliento. En 2024, el Dr. Aman Pande, neumólogo de la Clínica Cleveland, confirmó el peor temor de Kennedy: le quedaba menos de un año de vida.
“Todos nos preguntamos, como seres humanos, cómo nos vamos a ir”, dijo Kennedy. “Y nunca se sabe. Es un gran misterio. Bueno, por primera vez en mi vida, me dijeron: ‘Así es como te vas a ir'”.
“Se sale de una de dos maneras”
Pande tenía una opción para Kennedy: ver si cumplía los requisitos para un trasplante de doble pulmón. Kennedy, de 74 años, era mayor que la mayoría de los pacientes que se someten a la operación, pero por lo demás era un candidato prometedor, dijo Pande. Los trasplantes de pulmón suelen ser la última opción que se ofrece a los pacientes con FPI, añadió Pande, y suelen ser curativos, aunque un pequeño porcentaje de pacientes puede sufrir una recurrencia de la enfermedad.
Al principio, Kennedy se resistía a la idea, ya que su hermano menor había fallecido tras el mismo procedimiento. Pero tras más insistencia de Pande, accedió a someterse a pruebas para ver si cumplía los requisitos. Los médicos de la Clínica Cleveland “lo analizaron todo”, dijo Kennedy. Finalmente, fue aprobado como candidato. Se inscribió en la lista nacional de trasplantes y esperó a que hubiera un par de pulmones aptos disponibles.
Con el paso de los meses, la función pulmonar de Kennedy siguió deteriorándose. Pasó de usar dos litros de oxígeno al día a diez. Tuvo un caso leve de COVID-19. Perdió más de 18 kilos. En octubre de 2024, ingresó en el hospital.
“El Dr. (Jason) Turkowski, (neumólogo de trasplantes de la Clínica Cleveland) dijo: ‘Está bien, lo vamos a internar y usted saldrá de una de dos maneras: con un par de pulmones, o lo vamos a sacar en brazos'”, recordó Kennedy.