Camboya y Tailandia se acusaron mutuamente de ataques transfronterizos el domingo, horas después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, dijera que sus líderes acordaron buscar un alto el fuego.
La tensión entre Camboya y Tailandia se intensificó el domingo, cuando ambas partes se culparon mutuamente de mortíferos disparos de artillería y ataques terrestres en las regiones fronterizas en disputa. Esto tras cuatro días de los combates más intensos en más de una década, que dejaron más de 30 muertos, la mayoría civiles, y obligaron a evacuar a más de 130.000 residentes.
El Ministerio de Defensa de Camboya afirmó que las fuerzas tailandesas bombardearon zonas como Phnom Kmoach, adyacente a la provincia de Trat, con el objetivo de templos. Tailandia, por su parte, acusó a Camboya de bombardear zonas civiles en provincias como Surin, donde se reportaron daños materiales y muertes de ganado.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el sábado por la noche que había hablado por separado con el primer ministro camboyano, Hun Manet, y el primer ministro interino tailandés, Phumtham Wechayachai. Trump afirmó que ambos líderes habían acordado reunirse para buscar un alto el fuego, afirmando: «Ambas partes buscan un alto el fuego inmediato y la paz».
Hun Manet apoyó el llamamiento, haciéndose eco de su apoyo previo a la iniciativa de alto el fuego de Malasia. Sin embargo, Tailandia respondió con condiciones, afirmando que quería ver una “intención sincera” de Camboya antes de iniciar las conversaciones.
El conflicto se remonta a disputas no resueltas sobre su frontera compartida de 817 km, incluyendo reivindicaciones en torno a los templos de Preah Vihear y Ta Moan Thom. A pesar de un fallo de la Corte Internacional de Justicia de 1962 que concedió Preah Vihear a Camboya, las tensiones se reavivaron en 2008 cuando Camboya solicitó el reconocimiento del sitio a la UNESCO. Desde entonces, enfrentamientos esporádicos han mantenido la región en una situación inestable.
A medida que los esfuerzos de mediación internacional cobran impulso, la fragilidad del gobierno de coalición de Tailandia y el peso de los agravios históricos siguen complicando el camino hacia la paz.