Milei controla la inflación, pero los argentinos aún tienen dificultades para acceder a lo básico

César Martínez, de 45 años, trabaja a tiempo completo en una carnicería de Buenos Aires, pero en el último año ha tenido que buscar otros empleos para llegar a fin de mes. Así que, cuando el gobierno del presidente Javier Milei celebró públicamente una nueva caída de la tasa de inflación en junio como señal de una economía en recuperación, algo no cuadraba.

“El dinero que uno gana nunca alcanza para comprar todo, ni siquiera las cosas más básicas”, dice Martínez.

El sentimiento es compartido en las calles de la capital de Argentina, Buenos Aires.

Poco más de un año y medio después de asumir el cargo, Milei logró cumplir una de sus promesas de campaña: reducir radicalmente la inflación, que había alcanzado una tasa mensual récord del 25 por ciento en diciembre de 2023. Ahora, en el 1,6 por ciento, la tasa mensual está entre las más bajas desde abril de 2020.

En 2023, la alta inflación ejerció una gran presión sobre la población argentina: los precios de los bienes básicos (como alimentos, servicios y alquiler) aumentaban mes a mes mientras los salarios se mantenían estancados.

Argentina tiene una historia de alta inflación que se remonta a la década de 1940, incluyendo varios ciclos de hiperinflación, el más reciente a fines de la década de 1980, señaló Mariana Heredia, investigadora del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet).

“La inflación es un fenómeno global, pero en Argentina ha sido tan constante que la gente tiende a pensar que todos sus problemas están relacionados con ella. Para la gente de aquí, la estabilidad es muy importante”, declaró Heredia a Al Jazeera.

Esta es una de las razones por las que la promesa de combatir la inflación ayudó a Milei a obtener un apoyo significativo en su camino a la presidencia. Ahora afirma que lograr la tasa más baja demuestra el éxito de su programa económico, que implementó recortes radicales al gasto público, incluyendo sanidad, educación , servicios sociales y obras de infraestructura pública, para lograr un superávit fiscal.