En un día trascendental para la WWE , era lógico que apareciera la que posiblemente sea su mayor estrella. Era el 6 de enero, el estreno de Raw en Netflix , y en el Intuit Dome, “Real American” sonaba en los altavoces.
Durante casi 40 años, la canción y el surgimiento de Hulk Hogan generaron uno de los mayores estallidos en la lucha libre, haciendo que todos en la multitud se pusieran de pie y bailaran.
Ese día, la gente estaba de pie, pero la bienvenida no fue nada cálida. Los abucheos ahogaron todo lo que salía de la boca del miembro del Salón de la Fama de la WWE. Agradeció a la afición por apoyarlo durante toda su carrera. Eso no cambió la recepción negativa.
Esa fue la última aparición de Hogan en la WWE antes de su muerte el 24 de julio . ¿Debería haber terminado así? No. ¿Pero se les puede culpar? No.
No hay forma de medir lo que Hogan significó para la lucha libre. Quizás no sería un fenómeno mundial si no fuera por él. Fue un auténtico Capitán América, una inspiración y un modelo a seguir excepcionales para los jóvenes que, si comían verduras, tomaban vitaminas y hacían lo correcto, también podrían ser superestrellas como él. Trascendió el ring y allanó el camino para que figuras como Dwayne Johnson y John Cena encontraran carreras fuera del negocio.
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Si existiera un Monte Rushmore de luchadores, solo por sus contribuciones al negocio, no hay duda de que Hogan estaría allí.
Pero esa es la cuestión: la carrera de Hogan no puede verse solo como lo que aportó a la lucha libre. Debe incluir todo lo que manchó su legado , en gran parte por su culpa.
No es ningún secreto que el uso de esteroides era descontrolado en los inicios de la WWE. Pero durante años, Hogan negó haber usado sustancias para mejorar el rendimiento. ¿Cómo pudo el modelo a seguir perfecto llegar a la cima con engaños?
Todo el misterio se derrumbó en 1994, cuando Hogan testificó en el caso Estados Unidos contra McMahon, amparado por inmunidad, que sí consumía esteroides. Su confesión se produjo al tiempo que salvaba al fundador de la WWE, Vince McMahon, de un proceso judicial.
Debería haberse sabido que era el comienzo de décadas de innumerables mentiras e invenciones. Porque por muy grande que fuera Hogan, su ego podría haber sido aún mayor. Constantemente mentía, intentando aparentar ser la mejor figura del planeta. Ya fuera diciendo que Metallica lo quería como bajista o que los equipos de la MLB lo habían fichado, Hogan no temía mentir.