En el corazón de la laguna de Marchica, en Nador, se alza un edificio cargado de historia, ahora un destino imprescindible para los amantes de lugares únicos: el Faro de Marchica. Testigo de una época pasada, sus muros narran la historia de un territorio en plena transformación entre el patrimonio marítimo y un prometedor futuro turístico.
Un centinela del Mediterráneo
Construido a principios del siglo XX, durante la influencia española en la región, el Faro de Marchica guiaba a marineros y pescadores por la laguna y el cercano Mediterráneo. Con su sobria y elegante silueta blanca, garantizaba la seguridad de los navegantes y, con el paso de las décadas, se convirtió en un símbolo familiar para los nadorenses . Con el tiempo, y a medida que la tecnología evolucionaba, su función utilitaria se desvaneció, dejando el edificio abandonado a los vientos y la sal del mar.
El renacimiento de un icono
Como parte del ambicioso proyecto de desarrollo ecológico y turístico para rehabilitar la laguna de Marchica, uno de los proyectos más visionarios de Marruecos , el faro fue meticulosamente restaurado e incorporado al Marchica Lagoon Resort. En 2019, reabrió sus puertas con una nueva luz, transformado en un excepcional bar y restaurante en la azotea.