Autodeportaciones. Despidos en fábricas. Zonas militares. Cómo Trump está transformando la frontera entre Estados Unidos y México.

Juan Ortíz caminó con dificultad bajo un calor de 100 grados a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, agobiado por una mochila llena de botellas de agua que planeaba dejar para los migrantes que intentaban cruzar este terreno accidentado.

Solo que no había habido muchos inmigrantes últimamente.

Cuando Ortiz inició las descargas de agua en esta zona desértica especialmente peligrosa cerca de El Paso hace casi dos años, a veces se topaba con decenas de personas intentando llegar a Estados Unidos en una sola tarde. Ahora rara vez las ve. Los cruces fronterizos comenzaron a disminuir durante los últimos meses del mandato del presidente Biden y han caído a sus niveles más bajos en décadas con el presidente Trump.

“Es radicalmente diferente”, dijo Ortíz, mientras el desierto permanecía en silencio, salvo por el crujido de sus pasos en la arena y el zumbido de un helicóptero de la Patrulla Fronteriza sobrevolando. “Los migrantes ya no tienen esperanza”.

Estas zonas fronterizas que rodean El Paso fueron durante mucho tiempo un lugar de riesgo, pero también de oportunidades. Decenas de miles de migrantes que buscaban el sueño americano cruzaban la frontera cada año, a veces esquivando a los agentes federales y a menudo buscándolos para solicitar asilo.

Pero la ofensiva migratoria de Trump —una prohibición total del asilo, una campaña de deportaciones masivas y una militarización sin precedentes de la frontera— ha alterado la vida aquí de innumerables maneras.