¿Qué sucede cuando cae el “inmortal”? Para millones, la noticia de la muerte de Hulk Hogan a los 71 años fue noticia; fue más que un simple anuncio del fallecimiento de la leyenda viviente, cuya personalidad trascendental alguna vez se alzó como la vida misma. Pero fue el sincero homenaje de Dwayne “La Roca” Johnson el que capturó con mayor claridad el dolor y la magnitud de este día, no solo ofreciendo una despedida, sino conectando generaciones de fanáticos de la lucha libre con sus leyendas.
El viernes, un día después de la muerte de Hogan por paro cardíaco, Johnson publicó en redes sociales una publicación que resonó mucho más allá del ámbito de la lucha libre. “Descansa en paz, Terry Bollea, alias El Inmortal Hulk Hogan”, dijo. Para un millón de niños pequeños, fuiste un héroe de la infancia, incluyéndome a mí. En una sola frase, Johnson capturó a toda una generación que creció idolatrando a Hulkster, cuyo encanto rojo y amarillo llenaba estadios y salas de estar.
Pero el panegírico de Johnson no se limitó a la pompa de la lucha libre. Descorrió el telón para mostrar un recuerdo muy íntimo de su infancia, uno que captura con gran elocuencia por qué tantos aficionados lamentan una pérdida tan grande. En 1984, un niño llamado Johnson recogió la famosa diadema “HULKSTER” de Hogan en un evento principal del Madison Square Garden. Después de la pelea, se la devolvió a Hogan en el vestuario, solo para descubrir que era la última de la leyenda. ¿La respuesta de Hogan? Una promesa de hacer más, y un mes para cumplirla, cumplió su palabra, ofreciéndole al joven aficionado una diadema nueva con un apretón de manos y un “gracias, hijo”. Johnson recordó: “Y eso significó muchísimo para ese pequeño de 12 años”.
Este gesto de bondad no fue un pensamiento pasajero, sino una semilla plantada en el corazón de una superestrella en ascenso. Diecisiete años después, Johnson se enfrentaría a su héroe de la infancia en el centro del ring en WrestleMania X8, un combate que quedó grabado para siempre en la historia de la lucha libre. “Solo 17 años después, y todavía un niño a los 29 años, estoy de pie en medio del ring frente a ti, uno de mis héroes de la lucha libre en el evento principal de WRESTLEMANIA”, escribió Johnson. El combate “Ícono vs. Ícono” fue más grande que una guerra de titanes; fue un paso de antorcha, una manifestación viviente de la herencia eterna de la lucha libre. Esa noche fue un momento decisivo.
Como Johnson detalló: “Cuando te liberas de mi finalizador Rock Bottom, simplemente escucha y SIENTE cómo la multitud se electriza… toda por ti. Nunca había sentido algo así en toda mi carrera como luchador. Se necesitan dos para bailar un tango, pero esa reacción histórica del público fue toda por ti”. Ese no fue un rugido reservado para Hogan o The Rock, fue el latido total de los fanáticos reviviendo décadas de recuerdos, animando al héroe que los había entretenido de niños. La propia WWE clasificó a The Rock vs. Hogan como el tercer mejor combate de WrestleMania de todos los tiempos, un testimonio del poder perdurable de la nostalgia y la sociabilidad del entretenimiento deportivo.
Como Johnson admitió: «Puede que me hayas pasado la antorcha esa noche, pero tú, amigo mío… arrasaste», lo que significa que llenaste todos los estadios del país en tu mejor momento como Hulk Hogan, camino a convertirte en el más grande de todos los tiempos. Desde lo más profundo de mi ser, y en nombre de este mundo salvaje y alocado de la lucha libre profesional que amamos, te digo ahora y para siempre: Gracias por la casa, hermano. Para los fanáticos de la WWE de toda la vida, esta pérdida es más que un simple dolor; es un fuerte recordatorio de cómo estos íconos se integran en la personalidad y la comunidad».
Los expertos lo llaman una relación parasocial , mediante la cual los fans establecen fuertes conexiones emocionales con figuras públicas, incluso sin haberlas conocido. Estos vínculos son tan significativos que su pérdida se siente individual, a veces incluso provocando sentimientos de dolor, ansiedad o vacío. Las celebridades representan algo más que sus vidas personales. Pueden simbolizar nuestros sueños, ciertos momentos de nuestras vidas o incluso partes de nuestra identidad. Por eso, cuando fallecen, podemos sentir que también perdemos una parte de nosotros, afirmó la psicoterapeuta Emme Smith. Pero hay un lado positivo: la nostalgia.
Las investigaciones revelan que la nostalgia en la afición deportiva no es un mero anhelo sentimental, sino un eficaz amortiguador psicológico. Revivir recuerdos felices, como el rugido de la multitud en WrestleMania o la emoción de un autógrafo de la infancia, puede incluso mejorar la situación de las personas, fomentar la resiliencia y fortalecerlas socialmente. En tiempos difíciles, las personas se unen para honrar a sus héroes, compartiendo recuerdos, homenajes y rituales que les permiten transformar la derrota en victoria. Como escribió un aficionado tras la misma derrota: «Estos jugadores… me hicieron disfrutar de estar presente en la tierra cuando los veía jugar». Si bien el duelo por la muerte de un jugador puede parecer trivial, no es parte del panorama general. Si bien el llanto de los aficionados por la muerte de un jugador puede ser un cliché, no es parte del panorama general. Así, mientras el universo de la lucha libre llora a Hulk Hogan, el homenaje a Johnson es tanto un elogio como una guía.
Después de todo, perder no es problema. Y estos símbolos definieron no solo el juego, sino la vida de millones de personas e incluso sus aspiraciones. Compartir recuerdos, conectar con otros aficionados y honrar la memoria de quienes perdimos puede convertir el dolor en agradecimiento y la nostalgia en una razón para ser fuertes. Como dijo Johnson: «Gracias por la casa, hermano».