A millones de kilómetros de la Tierra, orbitando el gigante Júpiter, la sonda espacial Juno de la NASA se enfrentó a un grave problema. Una de sus cámaras, llamada JunoCam, comenzó a fallar tras sufrir daños debido a la intensa radiación de Júpiter. El equipo que dirigía la misión tenía pocas opciones para solucionar el problema desde tan lejos. Pero idearon un plan ingenioso que devolvió la vida a la cámara y le permitió seguir enviando imágenes valiosas.
Afrontando un desafío difícil
JunoCam está ubicada fuera de un pesado escudo de radiación en la nave espacial. La radiación de Júpiter es una de las más potentes de nuestro sistema solar y daña lentamente instrumentos como JunoCam. Inicialmente, la cámara funcionó bien. Tomó imágenes nítidas durante las primeras 34 órbitas, lo que ayudó a los científicos y al público a conocer Júpiter. Pero con el tiempo, las imágenes comenzaron a presentar problemas como rayas y ruido que dificultaban su uso.
Los ingenieros creían que la radiación había dañado una parte importante de la fuente de alimentación de la cámara. Sin repararla físicamente, sus opciones eran muy limitadas. Decidieron probar un método llamado recocido. Este consistía en calentar la cámara a una temperatura superior a la normal y luego dejarla enfriar lentamente. El calentamiento a veces puede reparar daños en los materiales que componen la cámara, aunque era una medida arriesgada sin garantía de éxito.
El regreso de JunoCam
El equipo aumentó la temperatura de la cámara a 25 grados Celsius (77 grados Fahrenheit). Tras el proceso de calentamiento y enfriamiento, las imágenes de la cámara comenzaron a mejorar. Esto dio esperanzas apenas unas semanas antes del importante sobrevuelo de Juno a Ío, una de las lunas de Júpiter conocida por su actividad volcánica. A medida que se acercaba el sobrevuelo, los problemas de la cámara volvieron. El equipo volvió a calentar la cámara, esta vez con mayor intensidad. Al principio, los resultados fueron decepcionantes. Pero justo en los últimos días antes del sobrevuelo, las imágenes volvieron a mejorar drásticamente. JunoCam logró capturar imágenes detalladas de la superficie de Ío, mostrando montañas heladas cubiertas de dióxido de azufre y campos de lava volcánica. Estas imágenes nítidas se acercaban a la calidad que tenía la cámara cuando se lanzó por primera vez.
Importancia para futuras misiones
Desde este éxito, el equipo ha utilizado técnicas de calentamiento similares en otras partes de la nave espacial. La misión Juno ha completado más de 70 órbitas alrededor de Júpiter, en cada una de ellas expuesta a la radiación. Las lecciones aprendidas sobre la reparación y protección de instrumentos serán útiles para futuras misiones, no solo para las que exploran planetas distantes, sino también para los satélites que orbitan la Tierra. Scott Bolton, investigador principal de Juno, cree que estas técnicas serán importantes para muchas naves espaciales en el futuro, como se afirma en un blog de la NASA .