Cómo Hulk Hogan destruyó Gawker — tras hacer equipo con Peter Thiel

Así que Hulk Hogan murió. Como exguionista de Gawker (como todos los guionistas de Gawker gracias a Hulk Hogan), no seré el primero ni el último en decir “¡Que le den a ese tipo!”. Baila sobre cualquier tumba que quieras, pero esta es la mía.

— Yvette d’Entremont, ex colaboradora de Gawker

Era el tipo de tuit que no necesitaba contexto, pero lo obtuvo de todos modos. Los lectores rápidamente señalaron lo que internet ya sabía, pero decidió olvidar: Gawker publicó un fragmento del vídeo sexual privado de Hogan en 2012. Hogan demandó. Ganó 140 millones de dólares. Gawker Media quebró. Caso cerrado.

Excepto que no se trataba solo de Hogan. Y no se trataba solo de cintas sexuales. Se trataba de poder, privacidad y la vendetta silenciosa de un multimillonario.

Resumen
Hulk Hogan, quien murió esta semana, demandó con éxito a Gawker en 2016 por publicar un clip de su video sexual.
La demanda, Bollea v. Gawker, terminó con una sentencia de 140 millones de dólares que llevó al sitio a la quiebra.

Más tarde se supo que el multimillonario tecnológico Peter Thiel (a quien Gawker había desenmascarado en 2007) había financiado en secreto el ataque legal.

El caso se convirtió en un momento histórico en la legislación de medios estadounidense y desencadenó debates sobre la libertad de expresión, la privacidad y el uso de los tribunales como armas.

El disparo mortal
En 2012, Gawker publicó un video granulado en blanco y negro del luchador Hulk Hogan teniendo relaciones sexuales con la esposa de su amigo, sin su consentimiento. El equipo legal de Hogan argumentó que se trataba de una grave invasión de la privacidad. Gawker, dirigido por su editor Nick Denton, afirmó que era de interés periodístico. El caso se prolongó durante años.
Luego, en 2016, el jurado de Florida emitió un veredicto que conmocionó al mundo mediático: 115 millones de dólares en daños compensatorios. 25 millones más en daños punitivos. Y así, Gawker murió.

Pero el verdadero giro llegó meses después, cuando Forbes reveló que toda la demanda había sido financiada por Peter Thiel, cofundador de PayPal e inversor de Facebook. En 2007, Gawker había revelado que Thiel era gay, y Thiel nunca lo olvidó. «Se trata menos de venganza y más de disuasión específica», diría más tarde, con el tono de un villano de Bond con un título en Derecho de Stanford.

La paradoja de la libertad de expresión
El caso Hogan nunca se limitó a un escándalo de celebridades. Se convirtió en el juicio mediático más trascendental de la era digital. El veredicto fue aplaudido por quienes consideraban que el estilo de blogueo sensacionalista de Gawker había ido demasiado lejos. Pero también aterrorizó a periodistas y defensores de la Primera Enmienda, quienes vieron en la participación secreta de Thiel un peligroso precedente: gente adinerada financiando demandas para destruir medios de comunicación que les desagradan.
Thiel lo presentó como justicia. Gawker lo presentó como censura. Denton lo calificó de “ataque escalofriante contra la prensa libre”. A los tribunales no les importó. La ley estaba del lado de Hogan, porque el video era privado y Gawker lo publicó sin permiso.

Cuando el talón se convierte en el martillo
En la lucha libre, un “giro a rudo” es cuando el bueno se convierte en el villano. Pero en este caso, fue el villano —la caricatura de la testosterona de los 80, bocazas y con pañuelo— quien resultó ser el hombre que blandía el martillo de la justicia.
O al menos, el hombre que estaba frente al martillo. La mano que lo blandía llevaba un reloj de Silicon Valley y guardaba rencor.

El estilo sensacionalista gonzo de Gawker nunca tuvo la intención de ser cortés. Golpeaba hacia arriba, hacia abajo y hacia los lados. Publicaba cosas que los medios tradicionales no publicaban. Y por eso, siempre tuvo enemigos.

Pero la muerte de Hogan nos recuerda que el golpe final no provino de las palabras. Provino de un tribunal.

Preguntas frecuentes
¿Fueron ilegales los informes de Gawker?

No necesariamente. Pero en Bollea contra Gawker, el jurado determinó que la publicación del video sexual violó el derecho a la privacidad de Hogan, independientemente de su imagen pública.

¿Qué pasó con Gawker después de la demanda?

Gawker Media se declaró en bancarrota. Sus activos fueron vendidos a Univisión. La marca revivió brevemente en 2021 y luego cerró de nuevo en 2023.

¿Quién financió la demanda?

Peter Thiel, el multimillonario inversor tecnológico y uno de los primeros patrocinadores de Trump, financió en secreto los gastos legales de Hogan. Su motivación era personal: Gawker lo había delatado en 2007.

¿Esto cambió la ley de medios de comunicación de Estados Unidos?

Indirectamente. El caso desató una ola de preocupación sobre los “litigios financiados por terceros” y cómo estos podrían utilizarse para silenciar a los medios de comunicación, especialmente a los más pequeños e independientes.

¿Hogan fue el héroe o el arma?

Depende de a quién le preguntes. Para algunos, era un defensor de la privacidad. Para otros, solo una celebridad en una disputa mucho mayor.