ICE allanó un popular mercado de pulgas. Ahora, vendedores y clientes están regresando.

Gerardo Pichardo solía colocar sus productos electrónicos y excedentes de Amazon para la venta en un espacio interior del Mercado de Abastos de Santa Fe Springs. Pero tras una redada del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) el 14 de junio en el centro de Los Ángeles para vendedores latinos hispanohablantes, dijo que ahora se instala al aire libre, “con solo lo esencial, para que si algo sucede, pueda irme de aquí rápido”.

Vendedores como Pichardo afirman que el miedo a ICE ha significado la pérdida de clientes y menos vendedores este verano. Algunos vendedores dejaron de venir, y los que siguieron vendiendo dijeron que su negocio decayó, aunque poco a poco se está recuperando. Pichardo recordó que hace unos años vio un concierto tributo a Maná, una banda de rock mexicana, en el mercadillo. Recordó a una multitud bebiendo y bailando al ritmo de la música. Dos conciertos de este tipo se han cancelado desde la redada. El mercadillo es un lugar donde los clientes encuentran ofertas desde tan solo un dólar, asisten a espectáculos en vivo y disfrutan de un sentido de comunidad. Un mes después de la redada, las marquesinas que protegían a los vendedores del sol salpicaban el estacionamiento al aire libre, con productos colocados en mesas y en el suelo. Los carteles decían “$1” o “$2”. Los vendedores llamaban a los ocasionales clientes que pasaban. Aun así, muchos pasillos permanecían vacíos.

Pasillos vacíos en el mercado de Santa Fe Springs el 17 de julio de 2025
Algunos vendedores se marcharon temprano. Un vendedor de utensilios de cocina empacó sus antigüedades y cubiertos dos horas antes del cierre. Pero el espíritu comunitario del mercadillo sigue vivo en él y en muchos otros. Vendió una tostadora por 2 dólares a un cliente escéptico, diciéndole que si no funcionaba, podía devolverla.

Cecilia Soriano, quien lleva un año y medio vendiendo comestibles en el mercado, dijo que su negocio se ha reducido a la mitad desde la redada. No ha visto a algunos de sus clientes habituales en semanas.

El día de la redada, una mujer se acercó para informar a los vendedores sobre la presencia de agentes de ICE en la zona. Cuando sus clientes pasaban, Soriano les avisó.