El virus del chikungunya, transmitido por mosquitos del género Aedes, ha pasado de ser una enfermedad tropical confinada a regiones específicas a convertirse en una amenaza sanitaria global. En los últimos años, los brotes han dejado de limitarse a zonas de África, Asia y América Latina, para aparecer también en regiones templadas de Europa, Norteamérica y Oceanía. Este cambio está impulsado por el cambio climático, la globalización y la expansión del mosquito tigre (Aedes albopictus), una de las especies invasoras más exitosas del planeta.
Qué es el chikungunya y cómo se transmite
El chikungunya es una enfermedad viral transmitida principalmente por los mosquitos Aedes aegypti y Aedes albopictus. La transmisión ocurre cuando un mosquito pica a una persona infectada y luego pica a otra, transmitiendo el virus.
Los síntomas suelen aparecer entre 4 y 8 días después de la picadura e incluyen:
- Fiebre alta de inicio repentino.
- Dolor intenso en las articulaciones (característico y a veces incapacitante).
- Dolores musculares, de cabeza y erupciones cutáneas.
- Fatiga extrema que puede durar semanas.
Aunque rara vez es mortal, puede provocar complicaciones graves en personas mayores, embarazadas y personas con enfermedades crónicas.
La expansión global del mosquito tigre
El mosquito tigre, originario del sudeste asiático, se ha expandido rápidamente en las últimas décadas gracias a:
- Cambio climático: inviernos más suaves y veranos más largos amplían su hábitat.
- Comercio internacional: transporte accidental de larvas en neumáticos usados, plantas y mercancías.
- Urbanización: entornos urbanos ofrecen abundantes criaderos como recipientes con agua estancada.
Actualmente, el mosquito tigre se encuentra establecido en gran parte de Europa, Norteamérica, Sudamérica, África y zonas de Oceanía, aumentando el riesgo de transmisión local de chikungunya, dengue y zika.
Brotes recientes en el mundo
En la última década, el chikungunya ha registrado brotes significativos en:
- Caribe y América Latina: República Dominicana, Haití, Brasil, Paraguay y Colombia.
- Asia: India, Tailandia, Indonesia y Filipinas.
- África: Kenia, República del Congo, Sudán y Etiopía.
- Europa: casos autóctonos en Francia, Italia y España en los últimos veranos.
- Oceanía: detecciones en islas del Pacífico como Samoa y Fiyi.
Esta dispersión confirma que ya no se trata de un virus limitado a los trópicos, sino de un reto de salud pública mundial.
Prevención y control
No existe vacuna ni tratamiento antiviral específico contra el chikungunya, por lo que las estrategias se enfocan en:
- Control de vectores: eliminación de criaderos de mosquitos y fumigaciones focalizadas.
- Protección personal: uso de repelentes, ropa que cubra la piel y mosquiteras.
- Vigilancia epidemiológica: detección temprana de casos y monitoreo de poblaciones de mosquitos.
- Educación comunitaria: campañas para que la población colabore en la prevención.
Un desafío para la salud global
La OMS y el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC) advierten que, sin una acción coordinada, el chikungunya podría convertirse en una enfermedad endémica en áreas donde antes no existía riesgo. La clave está en fortalecer la cooperación internacional, mejorar la detección temprana y reforzar las medidas de control vectorial antes de que los brotes se vuelvan incontrolables.